1.-
Ofrécele opciones para elegir:
Normalmente los niños tienen horarios milimétricamente
establecidos, así que es importante encontrar tiempo en el que ellos
puedan elegir. Para ello puedes darle opciones: que elijan el juego
que desean, el parque al que prefieren ir y el peinado que quiere
hacerse.
2.- Déjale
actuar sólo: Las primeras
veces que coma sólo se manchará, las primeras veces que use el
cuchillo y el tenedor tardará o la primera vez que se vista se
pondrá la camiseta del revés. Ten paciencia y déjale actuar sólo
mientras te mantienes cerca por si te necesita. Sólo así podrá
aprender.
3.- Dale su
espacio físico y emocional:
Deja que tu hijo te cuete sus experiencias cuando le apetezca,
atosigarle con preguntas puede hacer que se sienta agobiado o que
perciba invadida su privacidad. Aunque sí puedes dar pie a
conversaciones que os lleven a charlar sobre cómo se siente o qué
tal le ha ido el día. El niño también debe tener un lugar en el
que estar tranquilo y solo cuando le apetezca, puede ser su
habitación, una cabaña o un rincón de lectura, de juego o de
meditación.
4.- Déjale
pensar: Cuando te haga
preguntas puedes darle la respuesta automáticamente o animarle a
pensar sus propias respuestas. A buen seguro serán un ejercicio de
imaginación fantástica que os hará pasar un buen rato. Luego
puedes explicarle cómo es realidad o utilizar la propuesta que os
hacemos en el punto 5.
5.- Enséñale
a buscar soluciones:
“¿Quieres que lo busquemos en internet?” o “¿Te apetece que
miremos en la biblioteca algún libro sobre ese tema?” Si contestas
así a alguna de las preguntas de tu hijo, la respuesta será una
aventura que además le mostrará que las respuestas estás, sólo
tiene que aprender a encontrarlas, lo que despertará su curiosidad y
su autonomía.
6.- No le
desanimes: Los niños
imaginan grandes aventuras y se proponen retos fabulosos a corto
plazo. Cuando lo haga es interesante fomentar sus inquietudes y
permitirle experimentar. Si finalmente el resultado no es el que él
esperaba, es el momento de enseñarle a reflexionar, apoyarle y a
platearse otras posibilidades para establecer nuevo objetivos o para
alcanzar el mismo por otro camino.
7.- Establece
los límites: Fomentar la
autonomía no significa dejar que los niños lo hagan todo solos.
Tendrás que establecer los límites y supervisarle en todo momento
para que sea un experiencia realmente educativa.
8- Busca las
rutinas: La forma más
sencilla de aprendizaje para los niños es el juego y las rutinas.
Por eso, si fomentamos su responsabilidad y autonomía es importante
establecer rutinas como lavarse las manos antes de comer, recoger los
juguetes después de jugar, hacer la cama antes de salir de casa,
recoger la mesa o hacer los deberes al llegar del colegio. De este
modo una actividad le llevará a la otra de modo natural.
9- Ofrécele
explicaciones: Para
empezar a realizar actividades de forma autónoma el niño tiene que
saber cómo ha de hacerlas. Por eso hay que darle explicaciones y
ofrecerle instrucciones sencillas y claras que le permitan poder
seguirlas sin equivocarse. Puedes empezar guiándole o haciéndolas
tú primero para que aprenda y pueda seguir sólo.
10- Si no
quiere: Hay niños que se
niegan a realizar nuevas actividades, sin embargo, la mayoría
aceptan con aquello de “ya eres mayor para hacerlo solito”. Sin
embargo, si aun así se niega, debes valorar si lo hace porque la
actividad está fuera de su alcance o si es sencillamente porque no
quiere. En el primer caso adapta el reto a su edad o elige otro
distinto. En el segundo, ignora las quejas y déjale asumir las
consecuencias de su conducta..